viernes, 30 de marzo de 2007

Burbujas con sabor a cloro // Por XiZu

El agua de la piscina trepó por sus piernas igual que una serpiente por los nudosos troncos de una selva olvidada en los oscuros confines del mundo, cubriéndola por completo en menos de quince minutos. Los pliegues de su vestido rodearon su silueta, su escote se llenó del líquido transparente y las mangas, esas abultadas y transparentes mangas que tanto trabajo le habían costado a la modista, se pegaron a sus hombros como si se burlaran del costo que habían significado para él. Cuando sus labios se separaron y sus pulmones se llenaron hasta más no poder, supo con seguridad que estaba muerta. No lo habría creído a no ser por ello, inclusive cuando sus miembros cayeran inanimados a cada lado de su cuerpo y su corazón descansara completamente paralizado entre sus protectoras costillas.

Se acercó con las manos en los bolsillos y una sonrisa burlona en el rostro, pateando las perlas que se habían esparcido por el piso de piedra al romperse su collar. El agua comenzaba a tornarse roja, destacando aún más el negro azulado de su vestido que ahora ondeaba cual larga cabellera de sirena afroamericana bajo la superficie. Las olas producidas por el fuerte e incesante chorro ubicado en una esquina de la piscina agitaban el agua, llevando el candelabro para una sola vela que menos de media hora antes se había estrellado contra la cabeza de la mujer hasta sus pies, golpeándolos gentilmente.

Lo recogió, por supuesto. ¿Qué más podía hacer? Debía limpiarlo y colocarlo donde estaba antes de que alguien notara el cambio en el decorado del salón principal. Esa pieza, esa única pieza de verdadero arte conseguida hacía ya muchos años en una diminuta tienda bastante alejada de la ciudad, era la cereza que coronaba al pastel del exquisito y suntuoso diseño, era el objeto que completaba la armonía. Sin él, era simplemente un conjunto de cuadros, sillones, tapices y alfombras sin sentido alguno, sin conexión alguna. Sin él, era un fracaso.

Todo pareció volver a él tan pronto sus manos se posaron sobre el candelabro, retorciendo los últimos minutos, las últimas horas, en cámara lenta. Se vio a sí mismo abordándola en el bar, rodeando sus hombros con su brazo envuelto en el traje de alta costura que llevaba en la reunión de la mañana y comprándole cada bebida que se le había ocurrido. Comprándole el vestido que ella quería, las joyas que ella quería. Escondiendo su perfume de su esposa, los mensajes en el celular, las llamadas, las cuentas. Finalmente, llevándola a su casa el día que ella eligió, haciéndole el amor de la forma que ella le indicaba, escuchándole todos los inútiles razonamientos y planes que ella quería decir. Era perfecto, el sueño de todo hombre, hasta que ella dijo que lo amaba y que haría lo que le pidiera.

Entonces la mató. Era simple, limpio y rápido. Ni siquiera una hora había tomado el deshacerse del peso que lo agobiaba. Si ella quería complacer todos sus deseos, entonces él le exigiría la vida. Si ella quería entregarse por completo a su voluntad, entonces no podría resistirse.

Limpió el candelabro y entró a la casa. Le dijo al criado que limpiara la piscina e hiciera desaparecer el cuerpo, que ya nada quería tener que ver con él.

Mientras colocaba su más preciado objeto en el centro de la mesa para que todos lo vieran y daba la espalda a la piscina excesivamente clorificada que ya había desteñido el vestido de la mujer hasta dejarlo completamente blanco como el de una novia, sonrió. Sobre la ahora calma y pacífica superficie, danzaban burbujas llenas de su último aliento.

Burbujas con sabor a cloro.

Fin.


Historia dedicada a Arashi, que tanto me quiere y me compara con Meredith.

Agradecimientos especiales a mi profe de literatura por convertirse en mi nueva musa, aunque no lo sepa y a mi papa por la bici nueva. Está hermosa!!

Posteen mucho, mis lindas mosquitas (Ara entiende)

Saludos a todos

XiZu

martes, 27 de marzo de 2007

.-13 // Por XiZu

Los ojos de la científica viajaban de un lado a otro del monitor de la computadora alertas hasta de la más mínima alteración en los números que ante ella aparecían. Estaba acostumbrada a ello, pues al ser el único puesto, aparte, claro está, de los cargos administrativos, que no podía ser ocupado por un robot, no solía cambiarse al encargado muy a menudo; 20 años llevaba ella encerrada en aquella pequeña oficina y aún le faltaban otras dos décadas para siquiera empezar a pensar en buscar a su sucesora. Sin embargo, nada de esto tenía importante alguna para Elena Friench, ya que su mente estaba muy concentrada en la pequeña curvatura en la normalmente recta línea que se había manifestado hacía tan sólo un par de segundos en la pantalla.

La reconoció al instante, pues la había visto más de una vez en el manual que le habían entregado junto con las llaves de su oficina y una tarjeta de identificación para abandonar el laboratorio cuando lo necesitara: Era el indicio de que algo no andaba bien con el desarrollo del proyecto.

Su mano se deslizó por el teclado en busca del botón indicado, siguiendo las instrucciones especificadas en el manual. Por supuesto no fue difícil de encontrar, ya que se hallaba en el centro del panel, destacándose por el color rojo de su superficie contrastando con el gris solemne del resto como si suplicara por ser presionado. En eso estaba Elena, preparándose para cumplir con su trabajo por primera vez en 20 años, cuando la imagen del “proyecto” apareció en el monitor, paralizándola por completo.

No era en absoluto como se lo habían descrito cuando la pusieron a cargo de la máquina; no era deforme ni monstruoso, terrorífico ni repulsivo. De hecho, era tan inofensivo y diminuto que se le hacía difícil creer que algo como ello pudiera causar algún tipo de daño. No lo supo, pero mientras su mano se retiraba del botón sin presionar y en su mente se forjaba la idea de que los proyectos eran más que simples agrupaciones de células, su carrera se estrelló contra la pantalla, muriendo al instante. Sin embargo, las enseñanzas de su infancia seguían clavadas con firmeza en su memoria, impidiéndole resistirse a las opresiones e injusticias de su época.

Los casos que pasaban la eliminación inicial eran pocos – 1 entre 1000 millones según las estadísticas del laboratorio- pero siempre había alguno que se colaba entre las garras de los inspectores, ya fuera por que no distaba mucho de los otros o simplemente debido a un mal funcionamiento del equipo. Sin importar la razón, lo cierto era que cosas así pasaban de vez en cuando y era el deber de la persona en esa oficina detectar aquellos escasos proyectos defectuosos sin eliminar, luego de pasados unos años desde la primera “limpieza”. Era un plan perfecto, de no haber sido por el programa de imagen y el gran impacto que esto podía causar en un humano generado de la misma manera.

Se dejó caer sobre el piso luego de presionar el botón, observando como avanzaba la línea y aumentaba el porcentaje que indicaba el avance del proceso de eliminación.

5%... 10%... 15%...

Su respiración se detuvo unos momentos, nublando su entendimiento y alterando su percepción del mundo que la rodeaba. La asfixia momentánea llevó sus ojos hacia la pequeña imagen del monitor, donde el cuerpo del proyecto dormía en posición fetal completamente inocente de la operación que se llevaba a cabo en su contra en aquel preciso momento, flotando en su casi perfecta imitación de líquido amniótico con los ojos cerrados y el blanco cabello ondeando sobre su cabeza.

40%... 45%... 50%...

Poco a poco su cápsula comenzó a vaciarse, dejando al pequeño cuerpo acostado, inmóvil, sobre la base de metal con unas cuantas gotas de aquella suerte de agua anaranjada bajando por su cuerpo. No tardaría en morir, pues en esos huevos donde se desarrollaban los proyectos durante los primeros 15 años de sus existencias apenas había aire suficiente para un cuarto de ahora, y entonces podría seguir con su trabajo y terminar de chequear los otros proyectos.

70%... 75%... 80%...

Sus ojos volvieron a clavarse en la barra azul que poco a poco se iba llenando como si se alimentara con la vida que escapaba de la criatura. Ésta, por su parte, no tardó en notar el súbito cambio de ambiente, retorciéndose y golpeando las paredes de vidrio que la rodeaban como única respuesta. Por supuesto todo fue inútil, ya que estaban hechos de un material altamente resistente a fin de evitar fugas de errores como aquél.

- Es un sacrificio necesario para asegurar la supervivencia de la raza humana – se dijo, repitiendo lo leído hacía años en el antiguo manual.

No obstante, su determinación se esfumó tan rápido como el vapor cuando su víctima hizo algo que no esperaba: con las manos sobre la superficie que la mantenía prisionera y la frente pegada a la misma, abrió los ojos, esos ojos blancos como el papel y vacíos como un recipiente del que se ha extraído todo contenido.

Eso no era un humano, era un monstruo. Un engendro demoníaco capaz de ser creado únicamente por la malformación de los genes en los archivos del laboratorio. Toda la compasión que alguna vez sintió se desvaneció, siendo reemplazada por una convicción que en un principio le costó aceptar pero que, luego de mirar nuevamente esas cuencas profundas y absorbentes como la nieve del sector X-19, parecía la única decisión posible.

85%... 90%... 95%...

Lentamente su cuerpo fue deslizándose hacia el fondo como si fuera succionado por una manguera ubicada bajo sus pies. Dejo sus brazos caer fláccidos a ambos costados de su torso y, mientras su pecho subía y bajaba con desesperación en un vano intento por captar el poco aire restante en el interior de la cápsula, dejo escapar de su garganta un grito gutural que logró estremecer a Elena hasta el punto de hacerla caer arrodillada sobre el piso de metal.

98%... 99%... 100%.

La barra azul se llenó por completo, siendo acompañada por el ruido sordo producido por el peso muerto del proyecto cayendo sobre la base de metal del huevo que lo contenía. Luego, la línea volvió a ser recta y uno a uno fueron avanzando ante sus ojos los proyectos perfectos, carentes de malformaciones, como presumiendo de su superioridad genética. Ese era el fundamento principal de los laboratorios para el desarrollo de la humanidad X-tar, el perfeccionamiento de la raza a fin de asegurar la supervivencia en un ambiente hostil como eran las colonias.

No se atrevió a cuestionarlo ni tampoco a preguntarse el precio que había que pagar para asegurar esa evolución; simplemente se irguió, posó su mano sobre el recuadro donde se le informaba de la eliminación satisfactoria del proyecto “16.893.698.635.114 (.-13)” y pulsó aceptar. A continuación se centró en el análisis del resto de los proyectos y se perdió en la absorbente exigencia de su trabajo.

- Después de todo- se dijo mientras cubría con su guante la pequeña deformidad ubicada en el centro de su dedo anular y llenaba una copa con el letal desinfectando utilizado para limpiar el panel de la computadora -, los proyectos clasificados como .-13 no tiene derecho a disfrutar de este mundo ideal en el nuevo paraíso.

Fin.

Dedicado a mi futura CSI favorita. Ella sabe.

Este lo escribí entre el domingo, el lunes y hoy día. Ojalá les guste.

Toy de buen animo porque es mi cumple n-n asi que no voy a hacer ningun comentario de relleno =3

Cariños a todos! Gracias por saludarme =3

XiZu

lunes, 26 de marzo de 2007

La huida // Por XiZu

Corría por entre los árboles sin siquiera percatarme de la intensa oscuridad que poco a poco iba apoderándose del ambiente. A mi nariz no llegaban los hedores de cadáveres devorados ni captaban tampoco mis oídos el horrible sisear de las serpientes que trepaban por los árboles al costado del camino. A decir verdad, no era consciente de nada más que del hombre corriendo tras de mí, con sus ojos enrojecidos y su cuerpo mutilado a causa de la anterior pelea que presencié.

Había despertado temprano ese día, aunque horas después desearía haber obedecido a la pereza que continuamente batallaba contra mi responsabilidad y voluntad de servicio en lugar de presenciar aquel horrible espectáculo en medio del lugar que solía llamar mi segundo hogar. Sin embargo, como siempre, había algo desconocido que me hacía cumplir puntualmente con mis obligaciones, por lo que me levanté sin rechistar y salí a la calle, esperando pacientemente por un taxista amigable y solitario que aceptara llevarme por una tarifa ligeramente menor pues estaba algo corto de dinero a esas alturas del mes.

Llegué a la tienda poco antes de que abrieran, envuelto en mi abrigo marrón, pues aunque estuviera soleada la mañana no podía confiarme, el clima era traicionero por esos lados, y me llamó la atención el hecho de que la puerta trasera estuviera abierta, pues el jefe era poco menos que obsesivo en lo que a ello respectaba. Entré, sujetando firmemente un palo que por allí había encontrado, y los vi: dos hombres enfrascados en una fiera pelea armados con machetes, uno de los cuales había perdido ya su brazo derecho. Se gritaban furiosos, hasta que uno de ellos se percató de mi presencia.

-¡Animal! ¡Te dije que cerrarás la puerta antes de comenzar, imbécil! – gritó el manco antes de seguirme como si de un depredador hambriento se tratase.

Así fue como comenzó nuestra frenética carrera de vida y muerte en el tupido bosque que jamás había visitado anteriormente. Me sentía, más que como un ser humano escapando de un asesino sin rostro y de nombre desconocido, como un ratón escurridizo escapando del malvado gato que, desesperado, intenta probar su valor ante su dueña. Sabía que no podía tropezar, sin importar lo altas que se levantaran las raíces del suelo o qué tan cansadas se encontraran mis piernas: debía huir del violento criminal, quien claramente no quería ser descubierto en sus clandestinas peleas, prohibidas por el gobierno hace años.

No pude resistir la presión, y caí casi de inmediato en un agujero cavado misteriosamente a los pies de un enorme sauce, cuya sombra sirvió de escondite para el misterioso asesino, quien ya se preparaba para arrojarme su ensangrentado machete directo a la cara, aunque claramente no había forma que lo reconociera luego de que hubiera concretado sus planes. No tuve siquiera que escuchar el sonido de la hoja cortando el aire para saber que pronto todo habría terminado.

Sí, esa mañana la pereza debió ganar la batalla.

Fin.

Este lo escribí hace muucho, tanto que apenas me acordaba. Ojalá les guste, a mí me dejó bastante conforme.

Gracias por los post de ayer: Aoi, aún me debes la explicación de qué es lo que está distinto, no soy adivina xD Karu, en un ratito me pongo a leer el de su hermana, ahí le dejo un post.

Saludos a todos

Love~~

XiZu

domingo, 25 de marzo de 2007

El desconocido en la barra // Por XiZu

Sus ojos se deslizaron por el cuello del apuesto hombre que descansaba en una mesa junto a la ventana rodeado por un grupo de gente tan refinada y distinguida como él. Su vista siguió bajando sin vergüenza por la piel que dejaban al descubierto los desabrochados botones de su camisa mientras repasaba en su mente todas las veces que había hecho el mismo recorrido con sus curiosas y temblorosas manos o con sus labios ávidos de algo más que simples besos robados en la segura oscuridad de un callejón.

Era dulce como un pastel de chocolate con crema batida en la parte superior, tanto que a veces se le hacía difícil de creer que en realidad era una simple persona y no un postre creado para el deleite personal de su exquisito paladar.

- Bien – se dijo, esbozando una triste sonrisa en su rostro, en realidad, no es como si él hubiera sido creado sólo para mí…

Desvió la mirada cuando lo vio rodear los hombros de un joven pelirrojo que servía las meses en el amplio salón de eventos donde se realizaba la cena de cumpleaños de uno de sus amigos. A pesar de que el verlo coqueteando con casi cualquier ser humano que se le cruzada por delante se hubiera vuelto casi una rutina de todos los días, aún seguía provocándole unas incontrolables ganas de vomitar. Una cosa era saber que no era el único y que cuando llegaba a casa de noche oliendo distinto a lo normal no significaba que hubiera cambiado de colonia y otra muy distinta verlo desplegando todas sus tácticas de seducción con sus propios ojos, sobretodo cuando quien lo acompañaba como pareja en la fiesta era supuestamente él.

Suspiró mientras se volteaba y pidió el que, se dijo, sería el último whisky de la noche. No quería hacer una escena delante de toda esa gente pero tampoco podía seguir observando pasivamente como si nada pasara. Era, definitivamente, más de lo que podía soportar estando sobrio.

Cuando el distinguido invitado vestido de etiqueta y sutilmente perfumado se le acercó, él ya había bebido, si bien no demasiado, suficiente para contarle su desgracia detalladamente en menos de cinco minutos.

- Ya veo – dijo el, luego de oír pacientemente la historia de cabo a rabo con los ojos cerrados y las manos entrelazadas bajo la barbilla-. Pero hay algo que no logro entender. Si su vida al lado de aquella persona es tan miserable, ¿por qué no termina esa relación? ¿O acaso la mantiene sólo para poder acostarse con él cada vez que quiera?

Esas últimas palabras se clavaron en lo profundo del desdichado joven produciendo un dolor imposible de soportar. Sin embargo, no fue capaz de sentir rencor por el desconocido sino que, por el contrario, experimentó una fuerte e inexplicable atracción hacia él. No era por su físico, eso lo sabía bien, pues estaba lejos de ser como su novio o cualquier otro hombre por el cual hubiese sentido algo en su pasado.

Su cabello, en lugar de ser negro azabache como el de sus anteriores parejas, era de un tono grisáceo cercano al blanco, delatando su avanzada edad; sus ojos azules ya no tenían el brillo del que supuestamente habían gozado en su juventud, sino que parecían cubiertos por una densa niebla anidada en el interior de sus cansados párpados y su rostro, contraído en una dulce expresión de comprensión, exhibía cual insignias una cantidad alarmante de arrugas, como resaltando maliciosamente la vejez que pendía de un hilo en el techo, lista para caer sobre él y devorarlo en menos de un segundo.

Bajó el rostro cual niño avergonzado, sonrojándose levemente y musitando disculpas que el otro no podía oír. Podía verse a sí mismo en la acama de su ahora novio la noche que se conocieron, minutos después de verlo por primera vez, y las lágrimas finalmente escaparon de sus ojos. No era distinto a los jóvenes que él se llevaba a los hoteles cada sábado por la noche, y el desconocido que lo observaba atentamente con una copa de vino en la mano lo sabía.

- Yo… yo sólo… - murmuró antes de levantar la cabeza- no puedo evitar de…

No alcanzó a terminar su frase pues los labios del hombre se lo impidieron. No fue la sorpresa lo que lo hizo callar ni tampoco la vergüenza experimentada unos segundos antes, sino el pesar de saber que eso era todo lo que siempre sería: un cuerpo incapaz de resistir los avances de alguien por estar dominado por la lujuria y el deseo. Por fortuna, no tuvo mucho tiempo para reflexionar pues, antes de que hubiera pasado tan sólo un minuto del sorpresivo e invasivo contacto, unos fuertes brazos lo separaron del mayor y lo arrastraron al apenas iluminado corredor.

- ¿Se puede saber qué demonios estás haciendo?

Ahí estaba él, su novio, mirándolo furioso mientras su largo cabello negro le delineaba el rostro, resaltando el blanco de su piel. Por un momento sintió el impulso de acariciar esas hebras de ébano, devorar esa nieve acumulada sobre los fríos huesos y dejarse poseer una y otra vez más ese experto amante que noche tras noche lo desvestía en silencio para satisfacer sus deseos, mas el miedo se lo impidió. Podía ver ese fuego en sus ojos, ese que parecía reducirlo a su mínima expresión y pisotearlo una y otra vez con sus botas de cuero.

- Te hice una pregunta, ¡contesta!

Mentiría si dijera que no lo pensó. Estuvo tentado a echarle en cara todo lo que siempre callaba, todo su dolor encerrado bajo llave, todos sus pensamientos impuros, todos sus sueños cuyos protagonistas no eran precisamente el joven que ahora lo miraba, pero no fue capaz. Bastaba con mirar sus profundos ojos marrones para perder toda determinación y escuchar su voz exaltada para sumirse en el terror más profundo. Encararlo era imposible.

- Yo… yo no quise… disculpa… no pude resistir… yo… - murmuró él casi inaudiblemente, rogando por no aumentar aún más su furia asesina.

- Escúchame bien, cariño- respondió el otro, haciendo un especial y repulsivo énfasis en la última palabra-. Tú me perteneces, ¿entiendes? Eres mío, de nadie más. Y si tanto te cuesta entenderlo, quizás deba recordártelo más gráficamente.

El menor tuvo que ahogar un gemido de dolor cuando los dientes de su pareja se enterraron en su cuello y en su mano el cigarro todavía encendido que gustaba de fumar. Por un segundo pensó que se desmayaría, pero él se encargó de parar en el momento exacto en que comenzaba a perder la conciencia. Era tan evidente que sólo buscaba hacerlo sufrir que incluso mirarlo se le hacía difícil. Incluso llegó a pensar en la posibilidad de seguir su vida al lado de alguien como el hombre que le había robado un beso en la barra, pero bastó una leve y superficial caricia de su violento novio para borrarlo de su mente. No podía evitarlo, después de todo y sin importar lo que pasara, aún le quería.

- Mañana te estaré esperando – le susurró el desconocido mientras lo veía alejarse, haciendo que se le erizaran los vellos de la nuca.

Sin embargo, mientras le sujetaba la mano a su novio y se subía al taxi que los llevaría de vuelta al departamento, se dio el lujo de saborear una vez más el sabor del otro hombre que había quedado impregnado en su lengua. Quizás, se dijo, mañana podré probarlo de nuevo.

Fin

De nuevo, un blog =3 debería ser capaz de mantener uno, pero weno o.o quizás lo intente. Ahora, a la historia. Este es un pequeño shonen ai que escribi hace unos días en un punto máximo de aburrimiento. No salió mal, asi que me atrevo a ponerlo aqui. Dejen sus comentarios, ignoren las no muy inteligentes notas de XiZu y... esop o.o

Saludos a todos

Love ~~

XiZu