Definitivamente algo ha cambiado. Deben ser las cortinas, el mantel o las flores que comienzan a secarse junto a la ventana, hastiadas de tanto sol. Pienso en eso un rato, mientras se me enfría la cena y el monstruo en mis entrañas trepa por mi intestino. Y entonces me doy cuenta, mientras las noticias del diario salen vocalizadas de sus labios y sus ojos se clavan en mí entre pausas para tragar. No es la mesa, ni la silla coja que se niegan a reemplazar por una que no amenace con tirarte al piso flotante. No, es ella, y la mirada que me regala cuando llega al final de un párrafo. Ella lo sabe, y el monstruo dentro de mí clava sus garras y salta, moviéndolo todo. Ella lo sabe, y yo no se lo dije.
Fin.
No sé, salió de la nada. Salió de una tarde en que me empecé a sentir mal en la casa de alguien y me puse a escribir. Y después el escrito mutó en esto. Ni yo sé muy bien lo que es. Sólo se que me gusta el invierno y como el frío se me cuela en cada rincón del cuerpo hasta lo más profundo, hasta el punto inalcanzable donde nadie jamás llega, donde nadie jamás podrá llegar. Y que ando rara, ha de ser por la luna llena. Y que me duelen las rodillas como si hubiera corrido la maratón, y ni siquiera me he parado de la silla. Quizás, en mi mente, estoy corriendo una. O en mi imaginación. A fin de cuentas resulta ser lo mismo, como el vaso medio lleno o medio vacío.
Siguiendo con el soundtrack de mi vida:
Track 01 - For Fruits Basket
Track 02 - Bend and Break
Track 03 - Hamburg Song
Track 04 - Set the fire to the third bar
Track 05 - Broken Toy
Track 06 - You could be happy
Hasta otra, menos rara y menos ambigua. Quizás más mantecosa y sólida. O tal vez, sólo distinta.
XiZu